El emprendedor extranjero que se plantea abrir un negocio en Estados Unidos puede sentir al principio un poco de vértigo por la lejanía con su país o por desconocimiento del mercado o del idioma. Sin embargo, esta sensación puede ir diluyéndose progresivamente si piensa que la implantación de una empresa en Estados Unidos implicaría exponerse a un mercado de 300 millones de habitantes, de los cuales más de 45 millones hablan español. Esto, además de otros beneficios como su menor nivel de impuestos.
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