El coaching no hace milagros pero sí ayuda a las PYMES


Por: Andrea Barragán

El deber de este profesional es ayudar a conseguir los objetivos planteados “aplicando una metodología y herramientas para que la persona descubra sus propios recursos, desarrolle competencias y aprenda a utilizarlos de una manera más eficaz para lograr alcanzar las metas que se propone”, según sostiene Carmen Cordero, directora del Instituto Europeo de Coaching (IEC) en Madrid. Esta actuación se puede extrapolar a los distintos escenarios y es igual de válida ya sea frente a los requerimientos de los individuos como de las empresas.

Las pymes, en su trayectoria, pasan por distintas etapas y, desafortunadamente, tarde o temprano pueden atravesar épocas convulsas. En este tipo de situaciones contar con los servicios de un experto en coaching puede ser clave para alcanzar la ansiada recuperación.

El coach se presenta como un profesional bien formado cuyo cometido es enseñar tanto a los directivos como a los diferentes niveles de la organización a enfocar la toma de decisiones de acuerdo a los objetivos marcados. Así, contribuye a que los equipos mejoren sus competencias o ejerciten otras nuevas para desempeñar adecuadamente su actividad dentro de la compañía, ofrece respuestas rápidas a entornos altamente cambiantes, incorpora mejoras en el clima laboral y, entre otros aspectos, inyecta motivación e implicación a las personas con respecto al proyecto de la empresa.

Un buen coach no dice a su cliente lo que debe hacer, sino que le enseña a ser más creativo en los negocios y le prepara para enfrentarse a cualquier eventualidad.

Habilidades de un coach

En opinión de la directora del IEC, el primer requisito que debe reunir un coach es que sea un profesional certificado como tal, de modo que haya superado un proceso de aprendizaje en el que haya adquirido “habilidades que le permitan escuchar activamente, hacer intervenciones cortas pero potentes y ser capaz de crear un entorno adecuado para que se desarrolle un diálogo productivo y eficaz para el cliente”.

El coach es, en esta línea, un consejero que utiliza el diálogo para construir un plan de acción efectivo. En opinión de Cordero, hay cuatro elementos que deben estar presentes en toda sesión de coaching: “la reflexión, la responsabilidad, la autocreencia y la acción”.

Además, un coach puede ser tachado de excelente cuando tiene la suficiente experiencia en identificar y resolver los problemas que afectan a las pequeñas y medianas empresas y actúa de apoyo para afrontar los retos empresariales. Igualmente, debe ser un profesional motivador y un experto en sacar todo el potencial de su cliente a través del estímulo y la retroalimentación. Aunque sobre todo, debe ser alguien muy seguro de sí mismo y al que le entusiasme estar involucrado en el crecimiento de las empresas.

El coach apropiado no necesitará ser un experto en el negocio en particular, pero sí en las técnicas de gestión, por lo que tendrá que estar actualizado constantemente.

¿Es realmente eficaz el coaching?

Si bien es cierto que el coaching no hace milagros, es una “muy buena opción para ayudar a optimizar los recursos humanos de una empresa en momentos de crisis”, pues durante el proceso “la creatividad de la persona se despierta y empieza a encontrar soluciones donde antes solo veía problemas”, afirma Cordero.

Es por esto que en tiempos difíciles el coaching funciona bastante bien ya que es “cuando se abre la posibilidad de aplicar cambios, hay motivación para ello y se está dispuesto a trabajar para mejorar”, añade.

Sí, el coaching está de moda y cada vez más las empresas que buscan recursos para afrontar los diversos escenarios hostiles que se les presentan acuden a esta metodología que puede convertir una derrota en un triunfo.

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