aMimarte, un proyecto emprendedor con fin social


Por: Andrea Barragán

El detonante que hizo que Ana se plantease por primera vez la idea de crear aMimarte fue la dificultad que tuvieron para acceder a productos y prendas adaptadas a un tratamiento de quimioterapia, pues, según explica, en esos años no vivían en una gran ciudad y era casi imposible, por ejemplo, encontrar pañuelos y otros enseres para cuidar la imagen personal. 'Vi que había una parte de la población importante, fundamentalmente la que no vive en grandes ciudades a la que le era muy difícil tener acceso y también gente que aunque viviese en grandes ciudades no le gustaba lo que había'.

Los primeros pasos de aMimarte

Asegura que antes de lanzarse a poner en marcha aMimarte, dio 'muchas vueltas', fruto de las dudas e inseguridades que tenía. De modo, que recurrió a Internet para informarse y buscar cursos que pudieran aclararle las ideas. 'Al final me di cuenta de que muchas dudas no se resolverían hasta que no tuviese el problema delante', indica. Fue ese pensamiento lo que le dio el empujón definitivo para crear la tienda online.

Lo primero que hizo, recuerda, fue localizar a quien le hiciera la página web, diseñar el plan de negocio y buscar proveedores. En definitiva, 'dar el paso'.

¿Qué comercializa esta tienda online? Por una parte, se pueden encontrar pañuelos y complementos capilares 'muy cómodos y prácticos de poner y diseñados por nosotros mismos'. Son modelos que cambian continuamente y que, además, son fabricados en los talleres de la ONG APRAMP en Madrid. Por otro lado, comercializan cosméticos naturales con certificado Ecocert o BDIH, es decir, que garantizan que son 100% naturales. Son productos para el cuidado facial y corporal que no agreden la piel y aptos para usar durante la quimioterapia y provienen fundamentalmente de Alemania y Francia.

Los pros y contras de ser emprendedora

Aunque, según ha confesado a Pymerang, se queda con los aspectos positivos de su recorrido emprendedor, lo cierto es que no ha sido un camino de rosas. Sobre todo, Ana se refiere a la falta de respuestas concretas como su principal enemigo durante este tiempo. 'Echo de menos asesoramiento real por parte de las instituciones', añade. A esto, en su opinión, hay que sumarle 'esa percepción de que tienes que estar en alerta constante', es decir, de no poder desentenderse ni un momento de cierto asunto aunque, teóricamente, esté en manos de profesionales.

Afortunadamente, los pros superan al lado negativo. En primer lugar alude a toda la gente de su alrededor que se ha implicado con este proyecto tan especial y, en segundo, a 'las personas a las que has ayudado porque te llaman para decirte que se encuentran genial y te mandan una foto diciendo que ha sido el primer día que han salido a la calle con tus pañuelos. Es reconfortante'.

Todo lo que ha aprendido es, en tercer lugar, otro gran beneficio que ha extraído de su experiencia esta emprendedora que, pese a todo, sostiene que volvería a emprender si se le presentara la ocasión, aunque lo haría 'mucho antes'.

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