Éxito del Modelo Low Cost


Por: Gabriela Feoli

La novedad es la siguiente: un producto barato suele ser identificado por mucha gente como de mala calidad, sin embargo, el de bajo coste ha logrado que se le vea como beneficioso para el comprador, en la medida en que le aporta solo lo esencial, sin accesorios superfluos.

Por tanto, mientras algo barato se asocia a un consumidor de escaso poder adquisitivo, el low cost se vincula a personas jóvenes, modernas y usuarias intensivas de internet, a las que ya se ha calificado de “compradores inteligentes”. Es obvio que si cambia el perfil del cliente, también debe cambiar el posicionamiento de la empresa.

Como consecuencia de eso, es importante hacer hincapié en que una low cost tiene la posibilidad de dirigirse a un segmento del público más amplio que el de las compañías tradicionales de su sector. Esto se debe a que su oferta puede gustar a consumidores de diferentes niveles de renta. En concreto, tanto a los que antes no se podían permitir determinados bienes por su alto precio como a los que, aun teniendo suficiente dinero, aprecian el ahorro y el que les vendan únicamente lo que necesitan. Un ejemplo de esto último son algunos hombres de negocios quienes, aunque podrían pagar más, se han convertido en usuarios de las aerolíneas de bajo coste.

Por último, conviene aclarar que hay empresas que intentan posicionarse como una low cost pero en realidad no lo son. Fundamentalmente, porque no han ajustado su estructura de gastos, para hacerla más ligera, ni han redefinido su producto, para eliminar los elementos secundarios. Esto las lleva a limitar su estrategia a una rebaja de precios, lo que al final se traduce en una pérdida de rentabilidad (menor margen de beneficio) y en que quizá se vean abocadas al fracaso.

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